Hoy quiero hablarles desde el corazón sobre un tema que afecta a muchos, especialmente a nuestros queridos mayores: el dolor crónico. Sabemos que vivir con dolor constante es agotador y desalentador. Sin embargo, lo que me entristece aún más es ver cómo, a menudo, el tratamiento del dolor crónico es inadecuado. Muchos médicos, con las mejores intenciones, se muestran reacios a prescribir analgésicos eficaces por temor a crear una dependencia innecesaria. Esta precaución, aunque comprensible, deja a muchas personas sin el alivio que tanto necesitan.
En la búsqueda de soluciones más seguras, las estrategias no farmacológicas han tomado protagonismo. Estas incluyen una variedad de intervenciones y modalidades físicas: programas educativos, terapia cognitivo-conductual, ejercicios, acupuntura, estimulación nerviosa transcutánea, quiropráctica, aplicación de calor y frío, masajes y técnicas de relajación. Todos estos enfoques son valiosos y ofrecen alivio de diferentes maneras.
Sin embargo, hay un recurso maravilloso, poco explotado y al alcance de todos: la risoterapia. Sí, queridos lectores, la risa, ese regalo tan simple y natural, tiene un poder increíble para sanar. La risoterapia no solo nos conecta con nuestra alegría interior, sino que también actúa como un potente analgésico natural. Imaginen poder reducir el dolor con algo tan sencillo y hermoso como reír.
¿Risa para el dolor crónico?
¡Sí! Y déjenme contarles una historia fascinante que nos muestra el poder transformador de la risa. Todo comenzó en 1976 con un valiente periodista llamado Norman Cousins. Norman publicó un artículo en el prestigioso New England Journal of Medicine titulado «Anatomy of an Illness (as Perceived by the Patient)».
En este relato conmovedor y revelador, compartió su experiencia personal con una enfermedad llamada espondilitis anquilosante.
La espondilitis anquilosante es una afección debilitante que causa inflamación severa en las articulaciones, especialmente en la columna vertebral, provocando un dolor constante y violento. Norman estaba atrapado en su propio cuerpo, incapaz de mover sus extremidades sin experimentar un dolor insoportable. Imaginen vivir cada día así, con un dolor que no te deja respirar.
Pero aquí es donde entra la magia de la risa. Norman descubrió, de una manera casi milagrosa, que reír era su medicina. Comenzó a ver películas cómicas y notó que, después de solo 10 minutos de risa sincera y profunda, obtenía dos horas de alivio del dolor. ¡Dos horas de descanso del dolor simplemente por reír! Aunque su movilidad seguía siendo limitada, estos momentos de risa le proporcionaban un alivio significativo y mejoraban su calidad de vida.
¿Por qué la risa como tratamiento complementario a tu dolor crónico?
Permítanme compartirles algunas razones fascinantes.
Se ha demostrado que el humor tiene un impacto profundo en nuestro cuerpo y nuestra salud. Cuando reímos, nuestra capacidad pulmonar aumenta y fortalecemos los músculos abdominales, lo que ya es un gran beneficio físico. Además, la risa eleva los niveles de inmunoglobulina A, uno de los principales anticuerpos que produce nuestro sistema inmunológico para protegernos.
El humor también provoca reducciones en el cortisol, las hormonas de crecimiento y la epinefrina, que son todas sustancias que, en exceso, pueden ser perjudiciales para nuestro cuerpo. Después de reír o disfrutar de situaciones humorísticas, la actividad de nuestras células asesinas naturales, así como los niveles de inmunoglobulina G e inmunoglobulina M, aumentan durante hasta 12 horas. Estos cambios tienen un impacto positivo en nuestra salud, fortaleciendo nuestras defensas y ayudándonos a sentirnos mejor.
La risa también produce una liberación de endorfinas en el cerebro, esas maravillosas hormonas que nos hacen sentir bien y que ayudan a controlar el dolor. En estudios de laboratorio, se ha comprobado que las personas que participan en actividades humorísticas tienen una mayor tolerancia al dolor en comparación con quienes no lo hacen
¿Cómo puedes palpar los beneficios físicos y psicológicos de la risoterapia?
Empecemos con los aspectos físicos. La risoterapia tiene una manera encantadora de hacer maravillas por nuestro cuerpo. Por ejemplo, reír puede reducir el dolor de una manera sorprendente. Al reír, nuestro cuerpo libera endorfinas, esos analgésicos naturales que nos brindan un alivio del malestar y nos permiten respirar un poco más fácil.
Además, reír refuerza nuestro sistema inmunológico. Nos ayuda a aumentar los niveles de inmunoglobulina A, un anticuerpo clave que nos protege contra infecciones, haciendo que nuestro cuerpo sea más resistente y saludable. Y eso no es todo: la risa también puede ayudar a mantener el colesterol en niveles saludables y a reducir la presión arterial. Después de una buena risa, es común sentir una disminución en la presión arterial, ya que reír relaja los vasos sanguíneos y mejora el flujo de sangre. Es como un masaje natural para el corazón.
Hablando de relajación, la risa también actúa como un excelente relajante muscular. Cuando reímos, nuestros músculos se liberan de la tensión y se sienten más relajados. Es como un estiramiento para el alma y el cuerpo, permitiendo que la tensión acumulada se disipe.
Ahora, pasando a los beneficios psicológicos, la risoterapia ofrece un alivio maravilloso para el estrés. La risa actúa como una liberación instantánea de esa presión que a veces sentimos, ayudándonos a relajarnos y disfrutar del momento presente. También es una gran aliada contra la ansiedad, ya que disminuye los niveles de esta emoción y nos ayuda a sentirnos más tranquilos y en paz.
El estado de ánimo también mejora considerablemente con la risa. Nos eleva el ánimo y nos hace ver la vida con una perspectiva más positiva, incluso cuando enfrentamos dificultades. Además, participar en sesiones de risoterapia puede fortalecer nuestra confianza en nosotros mismos y en nuestras relaciones, creando un sentido de conexión y seguridad.
En las sesiones de risoterapia que he tenido el placer de dirigir, he visto cómo estos beneficios se hacen visibles en las personas. Se siente una mayor ligereza en el ambiente, las sonrisas se vuelven más genuinas y las preocupaciones parecen desvanecerse. La risa no solo alegra el corazón, sino que también sana el cuerpo y el espíritu.